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Jack el Destripador

  • Foto del escritor: Damian Terratrun
    Damian Terratrun
  • 12 mar 2021
  • 15 Min. de lectura

Whitechapel Londres, 31 de Agosto de 1888. El día estaba amaneciendo muy lentamente. Las calles todavía estaban oscuras, y a pesar del abrumante frío que envolvía a la ciudad algún que otro paseante comenzaba a circular por el barrio. Uno de ellos distingue a lo lejos el cuerpo de una mujer tendido sobre el suelo que a primera vista parecía desmayada, pero cuando se acerca para tratar de ayudarla, ve que unas terribles heridas la habían casi decapitado.


El asesino no había dejado pistas tras de sí, ni testigos, ni el arma homicida. Ninguno de los vecinos sabía nada. Era el crimen perfecto, el gran misterio del East End londinense había comenzado, esta es la historia del reinado de terror en Whitechappel de aquel que firmaba sus crímenes como “Jack el Destripador”.



Bienvenido a Agnósticos.

Sigue tu razón tan lejos como te lleve.



Hablamos, sí, de uno de los grandes personajes de la historia de la criminalidad inglesa. Uno que se convirtió en el emblema de todos los asesinos del mundo, que sirvió probablemente de fuente de inspiración a más de un escritor de novelas policiales, comenzando por el propio Conan Doyle.


Misterio aún no resuelto de una serie de asesinatos a prostitutas ocasionales en la comunidad londinense de Withechapel en 1888, a quienes Jack no solamente asesinaba por degollamiento, sino a las que practicaba rápidas y experimentadas operaciones quirúrgicas en las que les extraía órganos.


Uno de ellos, más exactamente la mitad de un riñón, el cual llegó a la oficina de George Lusk, presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel, acompañado de una carta (la única de la cual se tiene certeza de originalidad) en la que el asesino confesaba su asesinato, al igual que la ingesta de la otra parte del riñón de la mujer.


Luego de esta fueron encontradas varias cartas, todas con frases intimidantes, amenazantes y desafiantes. Pero, muchas de estas cartas se dice que fueron inventadas por algunos periodistas que trabajaban para los periódicos sensacionalistas que se lucraban de estas ilustraciones morbosas., Entonces, surge una pregunta ¿Por qué es que se denomina en especial a esta carta como la única original del asesino, que la hace tan única a las demás?


La carta "From Hell" como se bautizó notoriamente fue escrita en un nivel léxico-intelectual muy inferior a las otras dos misivas principales, siendo la primera Dear boss cuya se refiere a un mensaje recibido por la Central News Agency de Londres el 25 de septiembre de 1888, y de autor anónimo, pero que está firmado con el sobrenombre de («Jack the Ripper»), y allí afirmando ser el autor de las muertes particularmente violentas sucedidas en el mes de agosto de 1888 en el East End londinense.


Esa misiva está escrita con tinta roja, y tiene varias faltas de ortografía, así como un post scríptum desarrollado verticalmente. En su carta, el autor (que él mismo se señala como el asesino) afirma que atacará próximamente a otra mujer, y que le cortará las orejas. Siendo así que tres días después de la recepción de la carta en la Central News Agency, el cuerpo de Catherine Eddowes fue encontrado mutilado, con el lóbulo de una de sus orejas efectivamente cortado.


Y la segunda de estas cartas siendo Saucy Jacky. Mensaje que supuestamente fue escrito por el asesino en serie Y QUE FUE RECIBIDA por el editor de la Central News Agency de Londres, el 1 de octubre de 1888. En la postal se mencionaba que dos víctimas habían sido asesinadas muy cerca una de otra y Efectivamente, Elizabeth Stride y Catherine Eddowes fueron asesinadas en la madrugada del 30 de septiembre de 1888 y parte de la oreja de Catherine fue encontrada desprendida en la escena de crimen como consecuencia de mutilaciones faciales que el asesino realizó.


Algunos analistas han argumentado que la carta fue enviada antes de que los asesinatos fueran hechos público, haciendo improbable que un burlador tuviera tal conocimiento del crimen; sin embargo, la fecha cierta la daba el matasellos y quien la recibió la proporcionó a la policía más de 24 horas más tarde de que los homicidios ocurrieran, o sea, mucho después de que los detalles sobre los hechos hubieran trascendido por boca de periodistas y residentes del área.


La policía posteriormente afirmó haber identificado a un periodista del diario The Star llamado Frederick Best como el autor material del mensaje, así como también autor de la anterior carta Dear Boss O «Querido Jefe» en español.


Aunque muchos cientos de cartas franqueadas contemporáneamente a los asesinatos, reclamaban o dejaban planteado haber sido escritas de puño y letra por el famoso asesino, muchos investigadores señalan que la carta que llamamos "Desde el Infierno" es posiblemente la que tiene más posibilidades de haber sido efectivamente escrita por Jack el destripador.


La carta "From Hell" notoriamente fue escrita en un nivel léxico-intelectual muy inferior a las otras dos misivas, además el autor no firmó esa misiva con el ya reiterado seudónimo de "Jack el Destripador", pero precisamente ello es lo que le da a ésta cierta verosimilitud, y la distingue de los escritos anteriores Dear Boss y Saucy Jacky y aunque los eruditos puedan afirmar que ello pudo haber sido una estrategia deliberada del autor, también esta carta se destaca más que cualquier otra, ya que es la que fue entregada junto con una pequeña caja que contenía la mitad de lo que luego se determinó era un riñón humano.


Esta carta era una confesión, un reto a la autoridad, a la vez que una petición de ser atrapado. Una mezcla muy curiosa que sólo puede comprenderse al leer uno de sus fragmentos:


Desde el infierno. Señor Lusk. Señor le adjunto la mitad de un riñón que tomé de una mujer y que he conservado para usted, la otra parte la freí y me la comí, estaba muy rica. Puedo enviarle el cuchillo ensangrentado con que se extrajo, si se espera usted un poco. Firmado: Atrápeme cuando pueda, señor Lusk.

El autor de la carta del infierno no era el demonio, si bien pocas personas han estado tan cerca como él de encarnarlo a esta orilla de la Estigia. Aunque al escribir la misiva para Lusk prefirió no usar su firma, en octubre de 1888 el remitente empezaba a ser ya una persona famosa en Londres. Después de haber perpetrado cuatro sangrientos asesinatos los tabloides estaban popularizando su mote, un apodo que los vecinos de Whitechapel repetían en las calles entre cuchicheos entrecortados: Jack the Ripper.


Entre los años 1888 y 1891 la zona Este de Londres fue el escenario de algunos de los asesinatos más brutales jamás cometidos, los cuales aún permanecen sin resolver.


A finales de la década de 1800, alrededor de 900.000 personas residían en el East End de Londres y al menos 250.000 de ellos vivían en Whitechapel. La zona estaba completamente sobrepoblada, el crimen abundaba, y las condiciones sanitarias, de trabajo y de vida para los que vivían en la zona eran realmente terribles.


Las calles, carreteras, y patios de Whitechapel solo eran iluminados por una lámpara de gas que no lograba reducir la oscuridad del lugar. Las ovejas y el ganado solían ser arreados por el medio de la calle, dejando una hilera de excremento a lo largo del camino. Además, las aguas negras de las residencias iban a parar directamente a la calle generando un olor insoportable que se extendía a lo largo y ancho del barrio.


Muchos de los residentes eran inmigrantes extranjeros con muy poco dinero o educación, que solían trabajar por horas con la esperanza de poder comer algo al final del día. Aunque los hombres que vivían en Whitechapel tenían que luchar para conseguir un trabajo, para las mujeres las condiciones laborales eran aún peores. Ya que era tan increíblemente difícil que una mujer encontrara empleo en Whitechapel a finales de 1800, a muchas de ellas no les quedó otra opción que dedicarse a la prostitución para poder asegurar la comida del día.


Durante la época victoriana, alrededor de 1200 prostitutas trabajaban en Whitechapel. La vida para estas mujeres era tan complicada que a menudo tenían que venderse por tan solo tres peniques y en los peores casos, por una lonja de pan viejo.


Los asesinatos de las prostitutas casi nunca se reportaban, no llegaban al tablón de noticias ni eran motivo de discusión en ningún otro espacio en Londres, por lo que muchas de estas mujeres solían ser atacadas físicamente por sus clientes con total impunidad. Esta fue en parte la razón por la cual Jack El Destripador logró salirse con la suya durante tantos meses antes de convertirse oficialmente en un motivo de preocupación.


El primer asesinato oficial, por así decirlo, el que reconocen todas las crónicas, fue perpetuado el 31 de agosto de agosto de 1888 en la madrugada. Un carretero llamado Charles Allen Cross encontró el cuerpo frente a la entrada de un matadero de caballos en Buck's Row, en Whitechapel, a las 3:40 horas, aproximadamente a 140 metros de distancia del Royal London Hospital y a 90 metros de los edificios Blackwall.


La identificación de la víctima no fue tarea fácil, aunque unos días después su padre y su ex marido identificaron el cuerpo de una mujer de 42 años, prostituta, llamada Mary Ann Nichols y conocida como Polly, nacida el 26 de agosto de 1845, hija del cerrajero Edward Walker y su esposa Caroline. Polly había estado casada y tenía cinco niños, pero su adicción al alcohol había hecho que su matrimonio se disolviera entre 1880 y 1881. Desde entonces, sola, había vivido de sus pobres ingresos de prostituta.


El oficial Thain a cargo del caso solicitó la presencia del cirujano Henry Llewellyn, quien llegó a las 4:00 horas, estableciendo que Polly había sido asesinada hacía aproximadamente treinta minutos. Su garganta había sido cortada dos veces de izquierda a derecha mientras que su abdomen, el cual presentaba numerosas incisiones a través del mismo, estaba mutilado por una profunda herida dentada. De igual modo, el abdomen presentaba también tres o cuatro cortes similares en el lado derecho causados por el mismo cuchillo, de unas dimensiones estimadas entre quince y veinte centímetros.


​Llewellyn expresó sorpresa por la pequeña cantidad de sangre presente en la escena del crimen


«Es la suficiente para llenar dos vasos largos de vino, o media pinta como máximo».

Este comentario condujo a la suposición de que Nichols no fue asesinada en el mismo lugar donde fue hallado su cuerpo, si bien la sangre de sus heridas había empapado su pelo y su ropa, existiendo pocas dudas acerca de que Polly había sido asesinada en aquel lugar de un corte rápido en la garganta. Según Llewellyn, la muerte habría sido instantánea, mientras que las heridas abdominales, las cuales fueron efectuadas en menos de cinco minutos, tuvieron lugar post mortem. Cuando el cadáver de Polly fue levantado, «una masa de sangre congelada», en palabras de Thain, yacía bajo el cuerpo


Realmente, nadie entendía el motivo de tal acto. Las alarmas se encendieron cuando el 8 de septiembre del mismo año, apareció otra mujer en las mismas horribles circunstancias,

Un poco antes de las 6 de la mañana, John Davis, un anciano residente de 29 Hanbury Street, bajó las escaleras, caminó por el estrecho pasillo y abrió la puerta trasera. La vista que se encontró con sus ojos lo hizo retroceder horrorizado. Dos trabajadores que caminaban por Hanbury Street se sorprendieron de repente cuando, por la puerta abierta del número 29, un anciano de ojos desorbitados apareció tropezando en la calle.


"Hombres", gritó, "vengan aquí".

Nerviosos, lo siguieron por el pasillo y, mirando hacia el patio trasero del número 29 de Hanbury Street, vieron el cuerpo mutilado de Annie Chapman. Nacida en septiembre de 1841, fue asesinada a la edad de 47 años el 8 de septiembre de 1888, cerca del día de su cumpleaños, el cadáver yacía situado en el suelo entre los escalones y la valla de madera, su cuerpo estaba lleno de heridas provocadas por un bisturí y sin presencia de su útero.


Annie Chapman. Era una mujer sin hogar propio que vivía en pensiones comunes cuando disponía de dinero para el alojamiento de una noche, y cuando no era así, se dedicaba a vagar por las calles en busca de clientes que le proporcionasen alguna moneda para bebida, refugio y alimento. No siempre había sido así, unos años antes estaba casada y con tres niños, pero todos murieron, unos por enfermedad y otros por accidente. Fue un golpe muy duro, nunca se repuso. Así, en estado de depresión permanente comenzó a beber para sobrellevar su soledad.


Lo que pareció curioso a las autoridades es que era el mismo tipo de víctima que la anterior: mujer madura, de clase muy baja y pasado oscuro. Infortunadamente, las autoridades no podían hallar pruebas contundentes.


Su cuerpo fue hallado mutilado en la calle del Mercado de Spitalfields a las 6 de la mañana, y nadie había sido testigo de los hechos. Su intestino estaba en el suelo entre un gran charco de sangre y una profunda incisión cruzaba su cuello de lado a lado.


Todo parecía indicar que había sido asesinada en ese mismo sitio. No había señales de defensa por parte de la víctima, y lo curioso es que cerca de su cadáver se encontraron un pequeño pañuelo, un peine y un cepillo de dientes, que parecían haber sido colocados en un orden concreto por el asesino.

Según el médico forense de Middlesex , Wynne Edwin Baxter que vio el cadáver, el asesino había agarrado a Annie por la barbilla y la había degollado por la espalda de izquierda a derecha, y por la fuerza empleada, posiblemente con la tentativa de decapitarla. Eso le había causado la muerte. Las otras heridas infligidas y las mutilaciones abdominales habían sido realizadas post mortem: el abdomen había sido abierto para extraer la vagina, el útero y la vejiga, que no fueron hallados. Las incisiones eran limpias, como si se tratase del trabajo de un experto en anatomía, o por lo menos el de alguien con los conocimientos anatómicos y la habilidad suficiente para poder abrir el cuerpo y extraer los órganos con mucho cuidado de no dañar otras partes internas.

El instrumento utilizado parecía ser un cuchillo estrecho con lámina fina y muy afilada, la clase de cuchillo que utilizaban los cirujanos y los carniceros. Como reacción, las autoridades empezaron a buscar una persona que tuviera conocimientos sobre anatomía, ya que esta persona extraía los órganos de sus víctimas con total maestría.


Una señora de nombre Elizabeth Long que se dirigía al mercado esa mañana, pudo aportar un testimonio valioso: a las cinco y media de la madrugada había visto a un hombre conversando con una prostituta que identificó como Annie Chapman. Lamentablemente el hombre estaba de espaldas y no pudo ver su rostro, pero sí distinguió la silueta de un hombre de unos 40 años, elegante, que portaba un sombrero y un abrigo oscuros. La hora de la muerte se estimó entonces entre las cinco y media y las seis de la mañana, hora en la que fue descubierto el cadáver, lo que significaba que el asesino actuaba rápidamente y con gran precisión.


La falta de indicios hacía que la investigación avanzase lentamente. Todo el mundo había relacionado las muertes entre ellas, y a pesar de que la policía se mantenía en el más absoluto de los silencios, los periódicos no dejaban de alimentar cada rumor escuchado, lo que servía para aumentar la cólera y el miedo de los vecinos.


Desde Scotland Yard se llegó a ofrecer una gratificación para quien aportase algún dato válido sobre la identidad del asesino, pero lo único que consiguieron fue que los vecinos aprovechasen sus diferencias y se denunciasen entre ellos, deteniendo simplemente a algunos falsos culpables, excéntricos o alcohólicos que aseguraba ser el descuartizador de prostitutas, aunque tras numerosas investigaciones y por el hecho de que todos carecían de habilidades médicas o que tenían coartadas, no tardaban en recuperar la libertad.


Las mujeres de esta zona se sentían temerosas y llenas de miedo. En poco más de una semana Whitechapel fue testigo de un tercero asesinato, El domingo 30 de septiembre, se descubría otro cadáver en la calle Berner sobre la una de la mañana. Tras pedir ayuda a la policía, vieron que se trataba de una mujer, cuyas faldas habían sido levantadas por encima de sus rodillas. Un forense llegó a la escena del crimen con su ayudante un cuarto de hora más tarde.


Entre los dos detallaron sus conclusiones de la exploración:


“La difunta yace sobre su lado izquierdo, su cara mira hacia la pared derecha. Sus piernas han sido separadas, y algunos miembros están todavía calientes. La mano derecha está abierta sobre el pecho y cubierta de sangre, y la izquierda está parcialmente cerrada sobre el suelo. El aspecto de la cara era bastante apacible, la boca ligeramente abierta. En el cuello hay una larga incisión que comienza sobre el lado izquierdo, 2 ½ pulgadas por debajo del ángulo de la mandíbula casi en línea recta, seccionando la tráquea completamente en dos, y terminándose sobre el lado contrario… “

El asesino no se había ensañado tanto esta vez como en las anteriores. Posiblemente había sido interrumpido mientras la degollaba y hubiese huido antes de completar su ritual.


La joven prostituta fue identificada como Elizabeth Stride, nacida el 27 de noviembre de 1843, tenía 44 años cuando fue asesinada, el 30 de septiembre de 1888 de origen sueco, que había venido a Inglaterra para ganarse la vida tras el fallecimiento de su marido y sus dos hijos en un accidente marítimo.


La señorita Elizabeth Stride crea ciertas controversias entre los estudiosos del caso, ya que presenta ciertas características anómalas respecto a los demás crímenes.


El primero es que hubo un testigo que presenció el asesinato. Israel Schwatz, fue, según dijo él mismo, quien presenció el acto, pero, y esto es algo que podría hacer pensar que no era un testigo muy fiable, no declaró durante la investigación, sino tiempo después ante los medios de comunicación sensacionalistas. Además, contó que mientras un hombre de aspecto descuidado y grande tiraba a la mujer al suelo, otro hombre, bien vestido y fumando en su pipa, observaba en la acera de enfrente. Cuando el presunto asesino se percató de su presencia, Israel Schwartz se alejó del lugar para no ser atacado.


Mientras la policía se enfrentaba al hallazgo de este nuevo cadáver, a pocas calles allí un guarda nocturno descubría el cuerpo de otra víctima degollada. Su abdomen había sido abierto y los intestinos se encontraban en el suelo, además tenía varias heridas por todo el cuerpo. Los miembros estaban todavía calientes, la data de la muerte no debía ser de más de media hora desde el descubrimiento del cadáver.

No había otros indicios más que un escrito con tiza blanca sobre una pared que decía:

“No hay porqué culpar a los judíos”.

Supuestamente obra del asesino. Antes de que la inscripción pudiese ser fotografiada, el Comisario de la Policía londinense Charles Warren ordenó que fuese borrada, según él porque se trataba de una falsa pista del criminal tratando de culpabilizar a la comunidad judía, y si algún londinense lo leía, podía provocar una revuelta contra ellos.


Esa misma noche fue asesinada otra mujer, su cuarta víctima, Catherine Eddowes nacida el 14 de abril de 1842, y encontró la muerte a los 46 años., Según la versión oficial, Catherine Eddowes, conocida por la policía no solo por ejercer la prostitución, sino por emborracharse y alterar el orden público, fue detenida precisamente por esto. Sobre la 01 de la madrugada del 30 de septiembre de 1888 fue liberada. Y, a las 02 aproximadamente, su cadáver fue encontrado mutilado. Jack el destripador había cometido, en menos de dos horas dos asesinatos. Es lo que se ha venido llamando por los estudiosos del caso el “doble evento”.


Como en las muertes de Polly Nichols y Annie Chapman, la garganta de Kate había sido degollada de izquierda a derecha, le habían seccionado el vientre y extraído algunos órganos, entre ellos uno de los riñones.

Después de esto, las cosas parecieron volver a la normalidad en Whitechapel. No hubo ningún otro asesinato durante un mes y las prostitutas regresaron a las calles más tranquilas. Desgraciadamente, la paz duró poco, pues el 9 de noviembre, otra mujer apareció salvajemente asesinada.


Se trataba de Mary Jane Kelly, una atractiva joven de 25 años Nacida en 1863, quien se dedicaba a la prostitución para poder mantenerse a ella misma y a su pareja, que se encontraba sin trabajo. La Sra. Kelly fue encontrada en la habitación de su hostal por el gerente del mismo, que iba a solicitarle que pagara aquello que adeudaba. Al no abrir la inquilina la puerta, consiguió echar un vistazo al interior, y pudo comprobar que el cadáver de Mary Jane yacía en la cama totalmente envuelto en sangre, degollado y descuartizado.


Sin duda era el crimen más violento de Jack el Destripador. El cadáver estaba tumbado sobre la cama con múltiples heridas de arma blanca, completamente mutilado y con la arteria carótida seccionada. La ferocidad de este asesinato asombró a los cirujanos veteranos de policía. El médico forense necesitó varias páginas para redactar el informe de las lesiones y órganos extraídos.


Este asesinato creó el pánico absoluto en el barrio, haciendo estallar episodios esporádicos de violencia en la muchedumbre. La actividad policial era frenética, cada rincón fue registrado, cada sospechoso detenido e interrogado a fondo, pero no por eso la policía dejaba de ser duramente criticada. Nunca más se volvió a saber del asesino. No hubo más cartas ni más crímenes, parecía que Jack el Destripador hubiese abandonado la escena del crimen para siempre, y finalmente el caso fue cerrado en 1892, el mismo año en que el Inspector Abberline encargado del caso se retiró.


Lo que está claro es que a lo largo de los años, ha habido, y seguirá habiendo, multitud de sospechosos que encajarían con el perfil de Jack el destripador. Una personalidad psicópata, ególatra, con ciertos conocimientos anatómicos, que se movía por las calles de Whitechapel sin problemas, tremendamente escurridizo, organizado y rápido en su ejecución.


Estos datos han hecho llegar a múltiples posibles sospechosos. Algunos investigadores dicen que es posible que tuviera una posición social elevada que le permitiera huir rápido de los lugares (con su propio medio de transporte), pagar a testigos para que callaran o le eligieran las víctimas,… Pero la verdad, es que todo son hipótesis.


No obstante, a pesar de que nunca se tuvieron pistas sobre Jack el Destripador, no podría afirmarse que fuera el criminal perfecto. O mejor dicho, no para la época actual. Obviamente, la ciencia forense en 1888 prácticamente no existía. Si estos delitos se hubieran cometido en la actualidad, con la ciencia forense tremendamente avanzada, es muy posible que se le atrapara más pronto que tarde, pues eran muchas las pruebas e indicios que podían encontrarse hoy día en ese mismo lugar.


No solo las cámaras de vigilancia que inundan todo Londres, sino el análisis de restos biológicos como la sangre, el estudio psicológico del autor, la capacidad de movimiento del mismo, harían que atraparlo fuera posible, y probablemente rápido. Pero las circunstancias se dieron en 1888 en una zona degrada donde nadie sabía nada, nadie veía nada, y a nadie le importaba ni el sitio, ni las víctimas.


La popularidad de este personaje es tal que cada año se publican libros que proponen nuevas hipótesis sobre la identidad del criminal o sencillamente narran esta historia basados en fuentes primarias.


Así que Jack el destripador es muy probable que siga aumentando su leyenda, porque hasta el día de hoy investigadores y expertos siguen investigando diferentes líneas de conocimiento. Si era un inmigrante que vino, cometió los asesinatos y se fue continuando con ellos en otro lugar, si murió, si fue detenido, incluso si era hombre o mujer, pasando por la posibilidad de que fuera más de un asesino. Esperemos que, a pesar de toda la falta y pérdida de información y pruebas, así como las leyendas que circulan, algún día se pueda resolver y saber quién era el asesino más famoso de la historia criminal.


 

Espero que estén disfrutando de estas crónicas, estoy muy agraciado con el recibimiento que ha tenido el podcast, y es por ustedes que esto continúa.



Sigue tu razón tan lejos como te lleve.

Mi nombre es Damian Medina y esto fue Agnósticos. Episodio 2.

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