Las muñecas de Anatoly Moskvin
- Damian Terratrun
- 12 mar 2021
- 11 Min. de lectura
Actualizado: 12 mar 2021
2 de Noviembre del 2011. Rusia. Un historiador de 45 años, considerado el máximo experto en cementerios de la ciudad, ha sido detenido en la ciudad rusa de Nizhny Novgorod. El detenido fue arrestado en un cementerio mientras portaba una bolsa de huesos. Cuando la policía acudió a la casa de Moskvin, descubrió 26 cadáveres de niñas que murieron entre los 3 y 25 años de edad momificados y vestidos. Esta es la historia de Anatoly Moskvin el coleccionista de muñecas.
Bienvenido a Agnósticos.
Sigue tu razón tan lejos como te lleve.
La mente es un terreno que vagamente ha sido estudiado por la ciencia, incluso hoy en día la psiquiatría no ha logrado tener una idea clara de cómo funciona nuestro cerebro y por ende sus trastornos.
Esta historia es un hito de qué tan áspera y rebuscada puede llegar a ser nuestra mente. Por una parte, tenemos el disfraz, aquel ser racional quien frente a la población era un honorable y culto profesor y por otra la verdadera persona, un necrofílico sediento de satisfacer sus más oscuros deseos.
Solemos asociar a las muñecas con los pequeños, especialmente con las niñas. También tenemos a aquellos que creen que las muñecas pueden servir como objetos de brujería. Los practicantes del vudú suelen usarlas para clavar agujas con la esperanza de que la víctima del hechizo sufra terribles dolores e incluso enfermedades incurables. Y para otras personas, quizá las más extrañas, las muñecas funcionan como un fetiche en un comportamiento asociado con la parafilia.
En el libro Psychopathia Sexualis del psiquiatra alemán Richard von Krafft se listan algunos casos de fetichistas cuya obsesión se relacionaba con las muñecas.
Pero que los fetichistas empleen muñecas en sus fantasías no es novedad para los psiquiatras. Charles Frederick Albright, un asesino serial estadounidense tenía tal fijación por los ojos artificiales de las muñecas que les arrancaba los ojos a sus víctimas. Otro caso fue el asesino caníbal Joachim Kroll, que mantenía una extensa colección de muñecas en su departamento. Estos juguetes representaban una extensión de lo que más deseaba: las niñas.
Anatoly Yuryevich Moskvin nació el primero de Septiembre de 1966 en Nizhni Nóvgorod, que con alrededor de un millón de habitantes es la quinta ciudad más grande de Rusia y un importante centro económico y cultural del país, Moskvin siendo hijo único de un matrimonio clase media al sur de Moscú vivió durante los primeros años de su vida sin ningún antecedente aparente a lo que se convertiría y no siguiendo el perfil al que suelen apuntar personas con casos fetichistas similares a los de él.
Tan sorprendente como el crimen mismo es el perfil del acusado, Anatoly Moskvin, un pacífico ciudadano más con un interés especial por el ocultismo. Durante su adolescencia Moskvin ingresó a la facultad de Filología de la Universidad Estatal de Moscú, y más allá de que ninguno de sus compañeros dice haber notado comportamientos extraños en Moskvin, era un hombre tranquilo que solía salir con sus colegas, no bebía, no fumaba, no consumía ningún tipo de sustancias estupefacientes. Es simplemente un hombre reservado.
El sujeto es considerado un genio, se hizo muy conocido en los círculos académicos y no es para menos. Tiene un doctorado en cultura celta, es historiador, era profesor de un museo local, habla 13 idiomas (incluido el celta) y es autor de diversos libros y ensayos sobre toponimia y onomástica. Se le considera una verdadera eminencia en los cementerios de Rusia después de visitar y estudiar más de 750 de ellos. Mantenía una biblioteca personal de más de 60.000 libros y documentos, así como una gran colección de muñecas. Los compañeros académicos describieron a Moskvin como un genio y un excéntrico.
Rituales, ocultismo, muerte y el folklore de la antigua Europa, eran los temas predilectos de estudio para Moskvin, quien rápidamente, se convirtió en casi una autoridad para sus compañeros y profesores, en su paso por la Universidad Estatal de Moscú.
De adulto, Moskvin llevó una vida aislada. Nunca se casó ni tuvo citas, prefiriendo vivir con sus padres. Moskvin se abstuvo de beber alcohol y fumar y supuestamente es virgen, esto de acuerdo a sus declaraciones en Noviembre del 2011. Moskvin aseguró que entre 2005 y 2007 inspeccionó 752 cementerios en toda la región, muchas veces viajando más de 30 kilómetros por día a pie. Durante estos viajes, bebía de los charcos, pasaba las noches en pajar y en granjas abandonadas, o dormía en los propios cementerios, llegando incluso a pasar una noche en un ataúd preparándose para un funeral. En sus extensos viajes, Moskvin a veces fue interrogado por la policía por sospecha de vandalismo y robo, pero nunca fue arrestado ni detenido después de declarar sus credenciales académicas y su propósito.
Moskvin trabajó ocasionalmente como periodista y contribuyó regularmente a periódicos y publicaciones locales. Se describía a sí mismo como un "necrópolista" y era considerado un experto en cementerios de toda la región. Incluso después de ir a prisión y quedar bajo custodia, acusado de la profanación de más de 150 tumbas en la región, sus trabajos Grandes caminatas por los cementerios y Lo que los muertos dicen continuaron publicándose semanalmente en un periódico local.
En 2011, las autoridades de la ciudad rusa de Nizhny Novgorod experimentaron un aumento del vandalismo en los cementerios. Todas las semanas aparecían nuevas tumbas destruidas, algunas saqueadas, sin ningún vínculo aparente entre sí.
Moskvin fue arrestado el 2 de noviembre de 2011 por la policía que investigaba una serie de profanaciones graves en los cementerios de Nizhny Novgorod y sus alrededores al encontrarlo en el cementerio nada menos que con una bolsa de huesos. Los investigadores del Centro de Lucha contra el Extremismo descubrieron los 26 cadáveres. Inicialmente informado como veintinueve, en el piso y el garaje de Moskvin.
Los cuerpos momificados de 26 niñas habían sido a vestidas como muñecas y con las cuales conversaba diariamente como si estuviesen vivas. Estimaron que sería responsable del saqueo de unas 150 tumbas, de las que se encontraron trozos y placas en su casa. Moskvin iba dejando pistas como si se tratara de un personaje de serie, un reportaje del periódico ruso KP News encontró los artículos de Moskvin en los que habló de la forma en que los pueblos del río Volga, a mitad del siglo XIX, producían muñecas y cómo las utilizaban en rituales sagrados.
Cada muñeca humana estaba cuidadosamente vestida, con las manos y la cara cubiertas de tela. Algunas estaban posadas en muebles. Otras en estanterías. Uno de los cuerpos tenía forma de oso de peluche, y tenía una cabeza de peluche sobre el cuello.
A cada cadáver le hacía una máscara de cera y le pintaba los rasgos con esmalte de uñas. Cada cuerpo estaba vestido de forma diferente, coleccionaba todo tipo de ropa, incluyendo trajes de novia.
La policía afirma que Moskvin investigó aspectos de la vida de cada una de las niñas que desenterró, e imprimió instrucciones detalladas para producir las muñecas a partir de los restos humanos. Moskvin nunca pareció sospechoso. Era educado con todo mundo y ni siquiera un pequeño mal olor que emanaba del andar del científico parecía sospechoso.
“Nuestro edificio siempre apestaba a algo podrido que venía de las bodegas”.
Es uno de los testimonios de Riabova una señora de mediana edad que vivía en el edificio. Riabova disfrutaba de caminar por las tardes en el patio y afirmó haber visto en varias ocasiones a Moskvin cargando mochilas pesadas o sacos de plástico negros.
“Su familia y amigos seguramente sabían sobre su enfermedad psiquiátrica, pero nadie lo envió a un hospital para que recibiera tratamiento”.
Dice Riabova, expresando un profundo pesar por los familiares que tuvieron que identificar a sus seres queridos transformados en muñecas.
Hallaron instrucciones para confeccionar las "muñecas", mapas de los cementerios, fotografías y videos de las tumbas abiertas y cuerpos desenterrados. En los tribunales, Moskvin argumentó que sentía pena por los niños muertos y creía que podían ser devueltos a la vida mediante la ciencia y la magia negra. El profesor explicó que ponía sus cuerpos dentro del de muñecas para darles una apariencia más atractiva que sus debilitados cuerpos cuando consiguiese el modo de retornarlos a la vida.
“La parte más aterradora para mí fue que mantenía en su departamento cientos de piezas de ropa que recolectó de los cementerios… la persona más respetuosa e inteligente que he conocido”.
Dijo una vecina que no quiso revelar su nombre. Vive abajo del apartamento que solía ocupar el científico.
Moskvin guardaba registro fotográfico de todas las tumbas que asaltaba, con el propósito de mantenerlas identificadas. Se dice que saqueó más de 150 tumbas en búsqueda de ropa, pero sólo conservaba 26 cadáveres.
Así podemos ver que Moskvin, a los ojos de los que lo rodeaban siempre demostró ser una persona sensata, seria, digna de llamarse científico e incluso de ser profesor, entonces, las preguntas son, ¿Cuál fue el momento detonante de dicha obsesión? ¿Qué lo llevó a realizar esos crimines tan atroces? ¿Por qué?
Se intuye que hay una piedra angular en esta historia, y todas nuestras preguntas fueron contestadas por el mismo Moskvin en su último artículo, publicado en Necrologías, el 26 de octubre de 2011, siete días antes de su captura en donde atribuyó su interés por los muertos a un incidente de la infancia durante el cual presenció una procesión fúnebre de una niña de 11 años.
De acuerdo con Moskvin comenzó a vagar por los cementerios con amigos cuando aún era un escolar, El hombre describe la forma en que, en 1979 (a los 13 años), fue detenido mientras se dirigía a la escuela por personas vestidas con trajes negros. Se trataba de un velorio, y fue empujado hasta el ataúd que contenía el cuerpo de una niña llamada Natasha Petrova, una vez ahí lo forzaron a besar el cadáver.
Alegó que los participantes lo obligaron a besar la cara de la niña muerta, escribiendo que y cito textualmente.
“Un adulto empujó mi rostro hasta la frente de la niña, y además de besarla no hubo nada más que pudiera hacer. La besé una vez, de nuevo, y una vez más”, declara en el artículo.
El ritual finalizó con la madre de la niña colocando un anillo de matrimonio en el dedo de Moskvin y en el dedo de la pequeña muerta.
“Mi extraño matrimonio con Natasha Petrova resultó útil”, dice Moskvin recordando la forma en que la experiencia lo ayudó a desarrollar su profundo y mórbido interés en las ceremonias y rituales mágicos”.
El artículo de Necrologías en el que Moskvin hace su testimonio fue publicado apenas un año después de finalizado la década de los 2000 , el mismo año en el que llegaron las primeras denuncias de vandalismo contra las niñas enterradas en Nizhny Novgorod. Durante esos mismos once años, Moskvin vivía todavía con sus padres, a pesar de haber cumplido ya los 45 años.
Por ello, cuando la policía descubrió los cadáveres ataviados como muñecas de porcelana decorativa, acudieron a interrogar a los padres. Estos, tanto durante el interrogatorio como el jucio, alegaron que desconocían el origen macabro de las figuras siniestras que poblaban el salón familiar. Alegaban que siempre habían visto la obsesión de su hijo por las muñecas como un hobby repentino y extraño, fruto de una personalidad ya de por sí bizarra, y al que no dieron más importancia. Por ello, ¿cómo logró Moskvin apropiarse de los cadáveres y disfrazarlos dentro del mismo domicilio que sus padres?
Según explicaba el propio detenido, estos se marchaban cada mes de agosto a una casa de verano a pasar las vacaciones, dejando a Anatoly solo en el piso. Un mes que el experto en cementerios aprovechaba para desenterrar las tumbas y apropiarse de los cuerpos.
“Veíamos las muñecas y ni pudimos sospechas que dentro había cuerpos”.
Aseguraba la madre de Anatloy, Elvira, de 76 años.
“Creíamos que era su hobby, hacer muñecas tan grandes, y no vimos nada malo en ello”.
Punto que se me hace Demasiado sospechoso me parece casi imposible que sus padres no estuvieran enterados ya de lo evidente, o al menos tener ligeras sospechas de lo que pasaba en su propia casa.
Desde su detención, Anatoly Moskvin coopero de todas las formas posibles con la policía, ofreciéndoles detalles realmente insensibles de sus actividades. Durante los interrogatorios, Moskvin afirmó que intentaba “resucitar” a las niñas, colocando cajas de música dentro de las muñecas para que pudieran “cantar”. Por las noches colocaba los cadáveres junto a él en el sofá y ambos veían películas de dibujos animados. Organizaba fiestas de té, bodas y reuniones de cumpleaños con sus muñecas. Cada una tenía un nombre particular y una personalidad bien definida.
“Realmente quería una niña, una hija. Pero el tribunal no lo permitió. Así, yo y todas esas muñecas éramos niños. Vivía con ellas como vivía con los vivos, les mostraba dibujos animados, les contaba historias”.
Dijo Moskvin a los policías. Y es verdad, Moskvin intentó adoptar a una niña pero la petición fue negada por el Consejo Tutelar ruso. Con respecto a sus sentimientos por las muñecas, dijo que las consideraba sus propios hijos y nunca sintio ninguna atraccion sexual hacia ellas. Quizá por eso, sabiendo que jamás podría tener una hija, comenzó a desenterrar cadáveres y a fabricar muñecas.
Fue acusado en los puntos 1 y 2 del artículo 244 del Código Penal ruso: violación de cadáveres y profanación de tumbas. Ante su estado mental, el abogado del caso, Konstantin Zhilyakov solicitó su exclusión de la sociedad, proponiendo al juez que Moskvin fuera internado para su tratamiento en un hospital psiquiátrico.por lo que la Justicia lo declaró inimputable y lo envió a una clínica psiquiátrica.
Una vez fue encerrado Anatoly, se le dispuso un juicio en la corte rusa frente a todos los familiares de las personas que este había agarrado como ‘compañeros’ en su hogar y es aquí en donde los mismos sintieron el verdadero terror ya que en vez de estar arrepentido de sus actos, Moskvin se sintió feliz de lo que había realizado.
Anatoly Moskvin antes de que terminara el juicio, dejó un mensaje escalofriante no solo para los padres de sus víctimas, si no para todos nosotros y cito.
“No las entierren muy hondo, que en el momento en el que salga voy a volver por ellas” "Ustedes abandonaron a sus niñas en el frío, yo las llevé a mi casa y les di cobijo".
Moskvin argumentó que sentía mucha pena por los niños muertos y creía que podían ser devueltos a la vida mediante la ciencia y la magia negra. El profesor explicó que ponía sus cuerpos dentro del de muñecas para darles una apariencia más atractiva que sus debilitados cuerpos cuando consiguiese el modo de retornarlos a la vida.
La pregunta obligatoria es, ¿Anatoly Moskvin era un científico loco? Es totalmente viable llamarlo loco, pues así lo consideraron los psiquiatras. Según los profesionales, el científico padece de esquizofrenia paranoide, y por lo tanto, Moskvin es incapaz de comprender la verdadera naturaleza de sus actos, y mucho menos controlarlos.
El cuerpo que más tiempo habría pasado dentro del 'piso de las muñecas' habría sido el de la pequeña Olga Chardymova, que falleció en 2002 y a la que, al poco de su entierro, había sido raptada por el profesor universitario. Cuando apenas tenía 10 años, la pequeña Olga le anunció a su madre una importante decisión: ya era lo suficiente mayor como para cruzar la calle. Pero su inocencia le costó la vida: un drogadicto la llevó a rastras hasta su casa, en el mismo edificio, para robarle los pendientes. La resistencia de la niña provocó que le golpeara la cabeza con una barra de metal. La pequeña pasó los siguientes nueve años en casa de Anatoly, vestida como una muñeca de porcelana.
Tras el juicio, Natalia Chardymova, la madre de la niña, confesaba en una entrevista recogida por el diario Daily Mirror.
“Se me acercó durante el juicio, directo hacia mí. Perdí el aliento. Sencillamente me quedé plantada, con la boca abierta como un pez. Me quedé mirando a su madre, que estaba temblando y sollozando”.
No obstante, Natalia mantiene que sintió compasión hacia los progenitores de quien había vivido casi una década con el cuerpo de su hija.
“Al final ella es una madre, pero en lo más hondo de mi corazón no puedo creer que tanto su madre como su padre no supieran nada.
“Yo la tuve 10 años y él 9”
Anatoly Moskvin fue internado en un hospital psiquiátricos de Nizhni Nóvgorod, su ciudad natal, bajo vigilancia permanente. Donde se le harían revisiones periódicamente. En febrero de 2013, la audiencia, aprobó una extensión de su tratamiento psiquiátrico, hasta 2014. Llegada la fecha en marzo de 2014 venció el plazo, pero el Tribunal Distrital de Leninsky consideró que Moskvin aún no era apto para vivir en sociedad, por lo que prolongó el tratamiento del científico de forma indefinida.
En ese mismo año uno de los médicos a su cargo, declaró.
"Después de tres años de monitorearlo en una clínica psiquiátrica, es absolutamente claro que Moskvin no está mentalmente apto para el juicio... Por lo tanto, se lo mantendrá para tratamiento psiquiátrico en la clínica ".
A partir de 2016, todas las solicitudes de extensión del tratamiento de Moskvin, han sido aprobadas, por lo que actualmente, sigue internado en un hospital mental bajo tratamiento psiquiátrico.
La afición de este ruso de confeccionar muñecas con restos humanos recuerda filmes como El silencio de los inocentes, Algunos periódicos de Nizhni Nóvgorod apodaron a Moskvin
"El Señor de las Momias", otros lo llamaron "El Perfumista”, haciendo referencia a la novela El perfume, de Patrick Süskind. Sin embargo más allá de cualquier referencia posible, la realidad siempre supera a la ficción.
Gracias por acompañarme en este nuevo proyecto y haber llegado hasta aquí.
Sigue tu razón tan lejos como te lleve.
Mi nombre es Damian Medina y esto fue Agnósticos. Episodio 1.
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